¿Está usted atrapado en el esquema de regañar, amenazar o gritar cuando sus hijos se portan mal? He aquí una serie de orientaciones prácticas para una disciplina más efectiva.
Si papá y/o mamá nos chantajearon o nos regañaron, con toda probabilidad vamos a hacer lo mismo con nuestros propios hijos. “La mayoría de las trampas en las que han quedado atrapados los padres fueron aprendidas durante su niñez, echaron profundas raíces en su subconsciente y salen a flote ahora cuando tienen sus propios hijos” (Donna Corwin).
 Trampas más comunes en que caemos y alternativas para evitarlas:
 LA TRAMPA DEL REGAÑO (CANTALETA):
Echamos cantaleta porque no conocemos otra forma de motivar a nuestros hijos. El problema es que dar cantaleta se convierte en una letanía de palabras sordas. Después de estar cantaleteando un rato, las palabras que se dicen quedan sin sentido, porque sus hijos se dan cuenta de que no va a pasar nada si ellos simplemente se limitan a ignorarla a usted.
 Alternativas: “Consecuencias lógicas”. “Canasta de decomisos”. Esto requiere que se cumpla al pie de la letra.
 LA TRAMPA DE LOS GRITOS:
Gritar rara vez ayuda a lograr los objetivos. Es una medida totalmente ineficaz. Los gritos asustan. “Uno de los verdaderos logros de los gritos es demostrarle a los hijos que cuando la gente se enoja de verdad, verdad, no hay nada malo en perder el control” (Leiderman).
Alternativas:
1.  Coloque sobre la mesa lo que se espera con una consecuencia apropiada. Respire profundo, camine, cuente hasta diez y haga cualquier otra cosa que le ayude a reducir los niveles de tensión.
2.  Imagínese que alguien lo está observando. “Cuando estoy a punto de salirme de la ropa, me imagino que estoy siendo observada por alguien cuya opinión me importa” (Rachel Bogner)
LA TRAMPA DEL CHANTAJE:
Chantajear es una alternativa muy tentadora, puesto que así los niños colaboran rápidamente, incluso con ansiedad y sin remilgos. “El chantaje funciona bien a corto plazo. Infortunadamente con el paso del tiempo, el chantaje pierde su efectividad mientras que a usted le toca el valor del premio mayor para lograr lo que quiere. Más aun, el chantaje estimula un sistema de recompensas externas, y la situación es mejor cuando los niños se motivan intrínsicamente.
Alternativas: En lugar de chantajear, ofrezca grandes motivaciones. La motivación y el sentido del logro son las recompensas.
LA TRAMPA DEL MENOSPRECIO:
Muchos padres recurren a palabras ofensivas cuando están a punto de volverse locos y se valen de sarcasmos y palabras groseras cuando las demás estrategias parecen no funcionar.
 “El problema con los comentarios sarcásticos y groseros es que trasmiten un mensaje sobre el niño como ser humano y no sobre su comportamiento. Mientras crecen, los niños desarrollan un sentido sobre sí mismos: ¿Soy bueno o soy malo? ¿Amoroso o mezquino? ¿Valioso o no valgo la pena? Los comentarios salidos de tono golpean el mismo centro medular de la imagen que el niño tiene de sí mismo, y por eso debemos evitarlos a toda costa” (Horn)
 LA TRAMPA DE LAS AMENAZAS:
Una cosa es advertirle a los niños de las consecuencias lógicas de su comportamiento y otra completamente distinta es presentarle escenarios extravagantes. “Asustar a sus hijos para que se sometan no es buena idea. Lo que queremos es que los niños obedezcan y accedan a las recomendaciones porque en realidad quieren complacer  a sus padres y hacer las cosas debidas y no porque crean que les sucederán cosas terribles si no obedecen” (Horn)
 ¿Y qué pasa cuando su hija se da cuenta de que las amenazas son solo eso, amenazas? Si no cumple lo que promete, será vista como una persona débil, cuyas promesas no surten efecto. Pero cumplir las amenazas tampoco sirve para lograr ideales nobles
 Alternativa: En lugar de amenazarlos con acciones horribles, válgase de consecuencias que se puedan aplicar de manera inmediata.
 LA TRAMPA DEL RESCATE:
Para Los padres esta es la más difícil de evitar. Los padres “helicópteros de rescate” creen que actúan así para favorecer los beneficios de sus hijos. Y vemos cómo luchan y se sienten obligados a hacer todo lo que esté a su alcance para ayudarlos, al fin y al cabo, ¿no es este el trabajo de los padres? No. El verdadero trabajo de los padres es ayudar a su hijo a crecer como adulto con un gran sentido de confianza en sí mismo y con la capacidad de valerse por sí mismos. Acudir a su rescate es resguardarlos y privarlos de las realidades de la vida y de oportunidades de aprender.
 CONCLUSIÓN:
1.  Dedique tiempo para hacer una auto-reflexión: ¿Qué tipo de crianza recibió?
2.  No se quede atascada en el pasado. Descubra por sus propios medios las técnicas que mejor funcionan con sus hijos y haga el cambio.
3.  Fíjese expectativas reales. Trate de emparejar sus expectativas con el nivel de desarrollo de sus hijos.
 4.  Respete la naturaleza de su hijo. Ser capaz de decir: “te amo por lo que eres y no por lo que yo quiero que seas” nos puede sacar de las trampas.
 5.  Busque apoyo. Consulte autores que le ayuden a encontrar nuevas ideas. Únase a un grupo de apoyo, tenga el soporte y el aporte de otros padres.
 SI PUDIERA EDUCAR OTRA VEZ A MIS HIJOS:
(John Drescher Psicólogo y consejero familiar)
Escucharía más a mis hijos. 
Le daría un sentimiento de pertenencia.  
Alabaría a mi hijo.   
Dedicaría más tiempo a mi hijo.  
Reiría más con mi hijo.
La fidelidad de un padre a las cosas pequeñas de la vida determina en gran medida la felicidad del hogar.
bjoven-central.blogspot.com

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