¿Está usted atrapado en el esquema de
regañar, amenazar o gritar cuando sus hijos se portan mal? He aquí una serie de
orientaciones prácticas para una disciplina más efectiva.
Echamos cantaleta porque no conocemos otra
forma de motivar a nuestros hijos. El problema es que dar cantaleta se
convierte en una letanía de palabras sordas. Después de estar cantaleteando un
rato, las palabras que se dicen quedan sin sentido, porque sus hijos se dan
cuenta de que no va a pasar nada si ellos simplemente se limitan a ignorarla a
usted.
Gritar rara vez ayuda a lograr los objetivos.
Es una medida totalmente ineficaz. Los gritos asustan. “Uno de los verdaderos
logros de los gritos es demostrarle a los hijos que cuando la gente se enoja de
verdad, verdad, no hay nada malo en perder el control” (Leiderman).
Alternativas:
1.
Coloque
sobre la mesa lo que se espera con una consecuencia apropiada. Respire
profundo, camine, cuente hasta diez y haga cualquier otra cosa que le ayude a
reducir los niveles de tensión.
2.
Imagínese
que alguien lo está observando. “Cuando estoy a punto de salirme de la ropa, me
imagino que estoy siendo observada por alguien cuya opinión me importa” (Rachel
Bogner)
Chantajear es una alternativa muy tentadora,
puesto que así los niños colaboran rápidamente, incluso con ansiedad y sin
remilgos. “El chantaje funciona bien a corto plazo. Infortunadamente con el
paso del tiempo, el chantaje pierde su efectividad mientras que a usted le toca
el valor del premio mayor para lograr lo que quiere. Más aun, el chantaje
estimula un sistema de recompensas externas, y la situación es mejor cuando los
niños se motivan intrínsicamente.
Alternativas: En lugar de
chantajear, ofrezca grandes motivaciones. La motivación y el sentido del logro
son las recompensas.
LA TRAMPA DEL MENOSPRECIO:
Muchos padres recurren a palabras ofensivas
cuando están a punto de volverse locos y se valen de sarcasmos y palabras
groseras cuando las demás estrategias parecen no funcionar.
Una cosa es advertirle a los niños de las
consecuencias lógicas de su comportamiento y otra completamente distinta es
presentarle escenarios extravagantes. “Asustar a sus hijos para que se sometan
no es buena idea. Lo que queremos es que los niños obedezcan y accedan a las
recomendaciones porque en realidad quieren complacer a sus padres y hacer las cosas debidas y no
porque crean que les sucederán cosas terribles si no obedecen” (Horn)
Para
Los padres esta es la más difícil de evitar. Los padres “helicópteros de
rescate” creen que actúan así para favorecer los beneficios de sus hijos. Y vemos
cómo luchan y se sienten obligados a hacer todo lo que esté a su alcance para
ayudarlos, al fin y al cabo, ¿no es este el trabajo de los padres? No. El
verdadero trabajo de los padres es ayudar a su hijo a crecer como adulto con un
gran sentido de confianza en sí mismo y con la capacidad de valerse por sí
mismos. Acudir a su rescate es resguardarlos y privarlos de las realidades de
la vida y de oportunidades de aprender.
1.
Dedique
tiempo para hacer una auto-reflexión: ¿Qué tipo de crianza recibió?
2.
No
se quede atascada en el pasado. Descubra por sus propios medios las técnicas
que mejor funcionan con sus hijos y haga el cambio.
3.
Fíjese
expectativas reales. Trate de emparejar sus expectativas con el nivel de
desarrollo de sus hijos.
(John Drescher
Psicólogo y consejero familiar)
Escucharía
más a mis hijos.
Le
daría un sentimiento de pertenencia.
Alabaría
a mi hijo.
Dedicaría
más tiempo a mi hijo.
Reiría
más con mi hijo.
La
fidelidad de un padre a las cosas pequeñas de la vida determina en gran medida
la felicidad del hogar.
bjoven-central.blogspot.com