“Las cosas que nos hacen caer están siempre al alcance de nuestra mano”.
¿Ya hubo algo que desearas mucho? ¿Recuerdas cómo te comportaste en esa ocasión? ¿Recuerdas tus pensamientos? ¿Eran del tipo “haría cualquier cosa para conseguirlo”?
Así es el deseo intenso: motivador. Somos impulsados cuando sentimos deseos, y no importa el tipo de deseo que éste sea.
Los deseos varían en intensidad. Mientras más fuerte es el deseo, más fuerte será la acción para realizarla. De esta forma, viajamos entre deseos pasajeros y deseos intensos, consumidores de la alegría, es decir, sólo nos sentimos felices cuando los realizamos.
Sin embargo, ocurre un serio problema con cada uno de nosotros. Este problema no consiste en el acto mismo de desear sino en aquello que deseamos.
CLASES DE DESEOS
Vamos a dividir DESEO en dos categorías, para que podamos entender bien las dos posiciones que podemos adoptar:
Deseos positivos
Deseos negativos
Cuando deseamos algo que es benéfico, que nos trae cosas buenas, estamos hablando de la primera clase de deseos. Son deseos importantes, que saben esperar su tiempo oportuno, no nos sofocan y son provechosos para nosotros y para otras personas.
Sin embargo, cuando deseamos algo que nos trae consecuencias indeseables, que perjudica nuestra salud o relaciones, que compromete nuestro futuro, estamos deseando negativamente.
Los deseos negativos generalmente son urgentes y ocupan nuestra mente en forma agresiva y sofocante.
Por la propia naturaleza de cada clase, es fácil ver que las maneras de realizar estos deseos, obedecen a estas características. O sea, para deseos positivos, usamos métodos positivos, trabajados, moldeados por la reflexión, considerando a otras personas en el proceso. Para los deseos negativos, actuamos, a veces, como tractores sin control, arrasando todo lo que está entre nosotros y nuestro deseo.
ESCOGIENDO...
¿Qué es lo que nos lleva a escoger deseos negativos? ¿Será que hay ocasiones en que no podemos vivir sin ellos? ¿Será que forman parte del grupo de nuestras mayores necesidades? ¿Los deseos positivos no son lo suficientemente buenos para satisfacernos?
Podemos vivir muy bien sin tener deseos negativos. Las cosas y los deseos negativos no forman parte de nuestras mayores necesidades, y además, los deseos positivos son capaces de satisfacernos perfectamente.
Entonces ¿por qué deseamos el mal? Vamos a ver algunas posibilidades que pueden ser verdad en la vida de muchos de nosotros:
Por causa de nuestra crianza – Recibimos de nuestros padres, de nuestros profesores, de nuestra cultura valores que no siempre están de acuerdo con los valores del cielo. Conocer a Cristo nos hace cuestionar estos valores, pero no siempre es fácil librarse de su influencia, que es muy poderosa.
Por causa de nuestras amistades – Cuando tenemos un círculo de amigos que no comparten nuestras creencias acabamos siendo presionados por ellos. “¿Por qué no?” es la pregunta que hacen cuando escogemos no hacer algo negativo.
Por falta de conocimiento – No son pocas las veces que deseamos algo, que luchamos y realizamos nuestro deseo sin saber que él se encuentra en la categoría de negativo.
Consecuencias tardías – Como no puede dejar de ser, deseos negativos traen consecuencias negativas. Pero como a veces demoran en aparecer, acabamos encontrando agradable escoger el mal. Sin embargo, cuando llegan no son nada agradables.
Visión distorsionada – Infelizmente muchos líderes de iglesia transmiten a los jóvenes la idea de que los valores, deseos y actividades positivas son aburridos, pesados, sin emoción. Esto hace con que los deseos negativos parezcan ser mejores. Si sumamos a esto nuestra falta de conocimiento, somos presas fáciles de nuestros malos deseos.
Margen de error – Cuando se es joven, creemos que tenemos el derecho de errar para aprender. En muchos casos es verdad, e incluso bueno para la creatividad. Pero cuando se trata de la cuestión moral, que casi siempre es el blanco de los deseos negativos, esto no se aplica. No es necesario equivocarse cuando el camino correcto ya es conocido, y mucho menos cuando el camino equivocado es peligroso.
Por causa de la falta de reflexión – Ocupamos poco tiempo para fortalecer nuestra voluntad, nuestro raciocinio. Así, acabamos por seguir la tendencia de “hacer lo que parece ser lo mejor” y no pensamos profundamente sobre lo que realmente es lo mejor.
Existen muchos otros factores que nos llevan a elegir los deseos negativos. Tú mismo puede ser capaz de hacer una lista de algunos. Sin embargo, si nos preparamos y luchamos contra esa lista, estaremos más cerca de la victoria.
Bueno, ya que sabemos que existen deseos positivos y negativos, y ya que escogemos los deseos negativos, ¿qué tal si hablamos más claramente sobre “cuales son los deseos negativos’?
ALGUNOS EJEMPLOS
Es muy fácil diferenciar entre los dos tipos de deseos, si pensamos en términos de una palabra que usamos diariamente, que denota cuán buenos y nobles podemos ser:
GENEROSIDAD.
Los deseos positivos generalmente consideran a otras personas, en cambio los negativos son egoístas, y se enfocan primeramente en uno mismo, independiente de lo que puedan sentir los otros, independiente de perjudicar a los demás e incluso dañarlos.
Tenemos ejemplos claros de buenos y malos deseos cuando abrimos la Biblia en Gálatas 5:19-22. Los deseos positivos son orientados cuando somos guiados por el Espíritu Santo, y los negativos cuando somos guiados por nuestra propia naturaleza.
Entonces, sensualidad, ganancia, comidas y bebidas extravagantes, violencia, venganza, ropas llamativas y sensuales, modas, pornografía, son ejemplos de cosas que deseamos y que son negativas. Considera la forma en que todas ellas giran, en torno al yo, sin considerar a los demás.
Estos deseos, son en su mayoría, llamativos y atrayentes por causa de nuestra inclinación al pecado, y poca percepción de lo correcto, y también por la mínima abertura que le damos al trabajo del Espíritu Santo.
“CREER QUE”
Este es el mayor aliado de los deseos negativos y pecaminosos. Si queremos superar los deseos pecaminosos y sustituirlos, debemos parar de “creer que”. Esto acontece siempre que somos confrontados con el hecho de escoger: “Yo creo que no hace mal...”, “Yo creo que no tiene nada malo...”, “Yo creo que no hay problema”, “Yo creo que la Biblia no condena...” Es mejor parar de “creer que” y comenzar a tener la seguridad de muchas cosas. La Palabra de Dios es muy clara.
¡SUPERANDO!
Bueno, ya que discutimos todo eso, ahora necesitamos formular una nueva pregunta: ¿cómo superar los deseos pecaminosos?
El camino está en combatir los motivos por los cuales elegimos las cosas erradas, y terminar de una vez con el “creer que” en relación a la palabra de Dios.
Veamos:
1. Procura establecer principios – Si vivimos en una sociedad que tiene valores propios, que muchas veces no son los de Dios, es necesario que desarrollemos principios sólidos de comportamiento. Los principios son inmutables, son brújulas que nos orientan a la hora de elegir, como honestidad, fidelidad, integridad. Puedes obtenerlos a través de la oración, del estudio de la Biblia y de la actuación del Espíritu Santo. Obtén estos principios y afirma tus valores.
2. Ten buenos argumentos – Cuando seas presionado por tus amigos, por la familia o la cultura, es necesario que tengas buenos argumentos para explicar por qué no haces lo que todo el mundo quiere que hagas. ¡Estudia! Conoce el por qué Dios prohibió determinadas prácticas, conoce las consecuencias y los resultados de las elecciones que haces. ¡Eso te fortalecerá!
3. Crea condiciones para escoger – Aprende nuevas habilidades, conoce nuevos lugares, descubre nuevos hobbies. De esta forma, cuando se presente un deseo pecaminoso, tendrás innumerables opciones placenteras para combatirlo. Si no tienes otras opciones, será más difícil resistir. La rutina y el aburrimiento no son opciones deseables comparadas al placer de los deseos pecaminosos.
4. Protégete con amigos – Como ya sabemos, unidos somos más fuertes.
Elige la compañía de amigos que crean lo mismo que tú, que crean en Dios y en su palabra. Ellos te ayudarán. Ten por lo menos un amigo con el cual te puedas abrir. El estar juntos pero mantener tus deseos en secreto aún es peligroso. Cuenta todo y escucha buenos consejos
5. Obtén conocimiento - ¿Qué es cierto y qué es errado? Para poder escoger bien debo conocer. Busca conocimiento a través de buenos libros, de charlas, de reuniones de entrenamiento, de artículos interesantes, de conversaciones con personas sensatas. Mientras más informado estés, mejor.
6. Define tu fuente de aprobación - ¿Quién es el juez de tus elecciones?¿Por qué basarse en lo que las personas, imperfectas como tú, crean? Dios debe ser tu fuente de aprobación. Pregunta:¿Aprobaría Jesús esta elección?¿Cedería ante este deseo? Esta es una fuente segura de aprobación para determinar lo bueno y lo malo.
7. Anticipa consecuencias – Piensa en aquello que sucedería si realizas tu deseo. ¿Sería bueno o malo?¿Qué pensarán los demás?¿Qué ganará mi familia o mis amigos con esto?¿Traerá consigo mayor crecimiento o simplemente placer momentáneo.
8. Imita los ejemplos – ¿Existirán, o no, personas que superaron los deseos pecaminosos? ¡Claro que sí! En tu propia iglesia debe haber muchos de ellos. Conversa con estas personas y aprende de ellas. Imita esos ejemplos de superación. Si ellos pudieron, ¡tú también puedes!
9. Disfruta los buenos deseos – Cuando escojas y realices los deseos positivos, verás que producen un placer y una alegría mucho más duraderas que los deseos pecaminosos. Disfruta, saborea los resultados de haber escogido bien. Siente la gratitud de las personas, el sentido de realización y el gusto de la Superación. Te gustará tanto que no resistirás el deseo de repetir la dosis.
10. Ora – Sin oración, nada de lo que fue dicho anteriormente vale mucho. El contacto con Dios es fundamental. El escoger realizar deseos carnales, negativos, no es algo que Dios desea que hagamos. Cuando estés en contacto íntimo con Él, naturalmente no escogerás algo que lo entristezca. Ora.
Y que puedas SUPERAR para siempre el deseo de pecar, pues todo le es posible a aquél que cree, al que escoge a Jesús.

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