“Las cosas que nos hacen caer están siempre al alcance de nuestra mano”.
¿Ya hubo algo que desearas mucho? ¿Recuerdas cómo te comportaste en esa ocasión? ¿Recuerdas tus pensamientos? ¿Eran del tipo “haría cualquier cosa para conseguirlo”?
Así es el deseo intenso: motivador. Somos impulsados cuando sentimos deseos, y no importa el tipo de deseo que éste sea.
Los deseos varían en intensidad. Mientras más fuerte es el deseo, más fuerte será la acción para realizarla. De esta forma, viajamos entre deseos pasajeros y deseos intensos, consumidores de la alegría, es decir, sólo nos sentimos felices cuando los realizamos.
Sin embargo, ocurre un serio problema con cada uno de nosotros. Este problema no consiste en el acto mismo de desear sino en aquello que deseamos.
CLASES DE DESEOS
Vamos a dividir DESEO en dos categorías, para que podamos entender bien las dos posiciones que podemos adoptar:
Deseos positivos
Deseos negativos
Cuando deseamos algo que es benéfico, que nos trae cosas buenas, estamos hablando de la primera clase de deseos. Son deseos importantes, que saben esperar su tiempo oportuno, no nos sofocan y son provechosos para nosotros y para otras personas.
Sin embargo, cuando deseamos algo que nos trae consecuencias indeseables, que perjudica nuestra salud o relaciones, que compromete nuestro futuro, estamos deseando negativamente.
Los deseos negativos generalmente son urgentes y ocupan nuestra mente en forma agresiva y sofocante.
Por la propia naturaleza de cada clase, es fácil ver que las maneras de realizar estos deseos, obedecen a estas características. O sea, para deseos positivos, usamos métodos positivos, trabajados, moldeados por la reflexión, considerando a otras personas en el proceso. Para los deseos negativos, actuamos, a veces, como tractores sin control, arrasando todo lo que está entre nosotros y nuestro deseo.