En el Concilio Anual de 1986, que se realizó en Río de Janeiro, Brasil, los líderes representantes de todo el campo mundial aprobaron el informe de la comisión de la Asociación General sobre "Métodos de Estudio de la Biblia" (GCC-A). Este documento, cuidadosamente redactado, fue publicado en la Adventist Review del 22 de enero de 1987, páginas 18-20. En general, todos los adventistas creyentes en la Biblia adoptaron este informe como el que refleja los principios de interpretación que han sido aceptados históricamente por los adventistas del séptimo día. Para una discusión de cómo se han relacionado los eruditos adventistas con este documento, véase el capítulo 4 de "Recibiendo la Palabra de Samuel Koranteng-Pipim, págs.85-113. Lo que sigue es el texto completo de "Métodos de Estudio de la Biblia", tal como fue aprobado en Río de Janeiro.
  Votado, Aprobar el informe de la Comisión Métodos de Estudio de la Biblia (GCC-A) que reza como sigue:
ESTUDIO DE LA BIBLIA: PRESUPOSICIONES, PRINCIPIOS Y METODOS. 
1.    Preámbulo
            Esta declaración se dirige a todos los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día con el propósito de proporcionar pautas acerca de cómo estudiar la Biblia, tanto para los eruditos bíblicos especializados como para los demás.
Los adventistas del séptimo día reconocen y aprecian las contribuciones de los eruditos bíblicos que a lo largo de la historia han desarrollado métodos de estudio de la Biblia útiles y confiables, consistentes con las afirmaciones y las enseñanzas de la Escritura. Los adventistas están comprometidos en aceptar la verdad bíblica y están dispuestos a seguirla, usando los métodos de interpretación que sean consistentes con lo que la Escritura dice de sí misma. Estos están bosquejados en las presuposiciones que se detallan más abajo.
            En décadas recientes, el método más destacado en estudios bíblicos ha sido conocido como el método histórico-crítico. Los eruditos que lo usan, tal como está formulado clásicamente, actúan sobre la base de presuposiciones que, previo al estudio del texto bíblico, rechazan la veracidad de los relatos de los milagros y otros eventos sobrenaturales que se narran en la Biblia. Aún un uso modificado de este método (retener el principio de la crítica que subordina la Biblia a la razón humana) es inaceptable para los adventistas.
            El método histórico-crítico minimiza la necesidad de la fe en Dios y la obediencia a sus mandamientos. Además, como un método así le resta importancia al elemento divino en la Biblia como un libro inspirado (incluyendo la unidad que resulta de esto), y desestima o malinterpreta la profecía apocalíptica y las porciones escatológicas de la Biblia, instamos a los estudiantes adventistas de la Biblia a que eviten confiar en el uso de las presuposiciones y las deducciones resultantes asociadas con el método histórico-crítico.
            En contraste con el método histórico-crítico y sus presuposiciones, creemos que será de utilidad exponer los principios de estudio de la Biblia que son consistentes con las enseñanzas de las mismas Escrituras, preservan su unidad y están basadas en la premisa de que la Biblia es la palabra de Dios. Un enfoque así nos conducirá a una experiencia satisfactoria y provechosa con Dios.

2.    Presuposiciones que surgen de las afirmaciones de la Biblia
 a. Origen
1)    La Biblia es la palabra de Dios y es el medio principal y autorizado por el cual se revela a los seres humanos.
2)    El Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia con pensamientos, con ideas y con información objetiva; a su vez ellos expresaron esto en sus propias palabras. Por lo tanto, las Escrituras son una unión indivisible de elementos divinos y humanos, ninguno de los cuales debe ser enfatizado a expensas del otro (2 Ped.1:21; cf. El conflicto de los siglos, pp.7,8).
3)    Toda la Escritura es inspirada por Dios y llegó a través de la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, no llegó en una cadena continua de revelaciones ininterrumpidas. Mientras el Espíritu Santo comunicaba la verdad al escritor de la Biblia, cada uno escribió como fue impelido por el Espíritu Santo recalcando el aspecto de la verdad que fue guiado a enfatizar. Por esta razón, el estudiante de la Biblia adquirirá una comprensión madura de cualquier tema al reconocer que la Biblia es su propio y mejor intérprete, y que, cuando se la estudia en su totalidad, describe una verdad consistente y armoniosa (2 Tim.3:16; Heb.1:1,2; cf. Mensajes selectos, t.1, pp. 21-23; El conflicto de los siglos, pp. 7,8).
4)    Aunque fue dada a los que vivieron en el contexto del antiguo Cercano Oriente y el Mediterráneo, la Biblia trasciende su trasfondo cultural para servir como la Palabra de Dios para todos los contextos culturales, raciales y situacionales, en todas las edades.

b. Autoridad
1)    Los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento son la revelación clara e infalible de la voluntad de Dios y de su salvación. La Biblia es la palabra de Dios, y ella es la norma por la cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada (2 Tim.3:15-17; Sal.119:105; Prov.30:5,6; Isa.8:20; Juan 17:17; 2 Tes. 3:14; Heb.4:12).
2)    La Escritura es un registro auténtico y fidedigno de la historia y de los actos de Dios en la historia. Proporciona la interpretación teológica normativa de esos actos. Los actos sobrenaturales revelados en la Escritura son históricamente ciertos. Por ejemplo, los once primeros capítulos del Génesis constituyen un informe objetivo de estos eventos históricos.
3)    La Biblia no es igual a los otros libros. Es una mezcla indivisible de lo divino y lo humano. El registro que hace de muchos detalles de la historia secular es esencial para su propósito total de transmitir la historia de la salvación. Mientras que a veces puede haber procedimientos paralelos empleados por los estudiantes de la Biblia para determinar los hechos históricos, las técnicas normales de investigación histórica, basadas como están en presuposiciones humanas y centralizadas en el elemento humano, son inadecuadas para interpretar las Escrituras, que son una mezcla de lo divino y lo humano. Unicamente un método que reconozca plenamente la naturaleza indivisible de la Escritura puede evitar una tergiversación de su mensaje.
4)    La razón humana está sujeta a la Biblia, no es igual a ella ni está por encima de ella. Las presuposiciones en cuanto a las Escrituras deben estar en armonía con las afirmaciones de las Escrituras y sujetas a ser corregidas por la Escritura (1 Cor.2:1-6). Dios se propone que la razón humana sea usada en toda su extensión, pero dentro del contexto y bajo la autoridad de su palabra antes que independientemente de ella.
5)    Cuando se entiende correctamente la revelación de Dios en toda la naturaleza, está en armonía con la palabra Escrita y debe ser interpretada a la luz de la Escritura.

3. Principios para acercarse a la interpretación de la Escritura

A.   El Espíritu capacita al creyente para aceptar, entender y aplicar la Biblia a su propia vida, mientras busca el poder divino para rendir obediencia a todos los requisitos bíblicos y apropiarse personalmente de todas las promesas de la Biblia. Sólo los que siguen la luz que ya recibieron pueden esperar recibir nueva iluminación del Espíritu (Juan 16:13,14; 1 Cor.2:10-14).
B.   La Escritura no puede ser interpretada correctamente sin la ayuda del Espíritu Santo, porque es el Espíritu el que capacita al creyente para que entienda y aplique la Escritura. Por consiguiente, cualquier estudio de la Palabra debería comenzar con una petición para tener la dirección e iluminación del Espíritu.
C.   Los que se acercan al estudio de la Palabra deben hacerlo con fe, con el espíritu humilde de un principiante que trata de escuchar lo que dice la Biblia. Deben estar dispuestos a someter todas las presuposiciones, opiniones y las conclusiones de la razón al juicio y la rectificación de la misma Palabra. Con esa actitud, el estudiante de la Biblia puede acercarse directamente a la palabra, y con un estudio concienzudo puede llegar a un entendimiento de los elementos esenciales de la salvación, aparte de las explicaciones humanas, por muy difíciles que sean. Para una persona así, el mensaje bíblico llega a ser significativo.
D.   La investigación de la Escritura debe estar caracterizada por un deseo sincero de descubrir y obedecer la voluntad de Dios más bien que buscar apoyo o evidencia para ideas preconcebidas.

4. Métodos de Estudio de la Biblia
 a)    Seleccione para el estudio una versión de la Biblia que sea fiel al significado contenido en los idiomas en los cuales fue escrita originalmente la Biblia, dando preferencia a las traducciones hechas por un amplio grupo de eruditos y publicadas por un editor general, por encima de las traducciones auspiciadas por una denominación particular o por un grupo de miras estrechas.
Ejercite cuidado para no establecer puntos doctrinales principales sobre una traducción o versión de la Biblia. Los eruditos bíblicos entrenado usarán los textos en hebreo y griego, que también los capacitarán para examinar las variantes de lectura en los antiguos manuscritos de la Biblia.
b)    Elija un plan definido de estudio, evitando enfoques caprichosos y que no conducen a nada. Se sugieren los siguientes planes de estudio:
1)    Análisis del mensaje libro por libro
2)    Método de versículo por versículo
3)    Estudio que busca una solución a un problema específico de la vida, satisfacción bíblica para una necesidad particular o una respuesta bíblica a una cuestión específica.
4)    Estudio por temas (fe, amor, segunda venida, tabernáculo, Mesías, etc.)
5)    Estudio de palabras.
6)    Estudio biográfico.
c)    Trate de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico que se está estudiando.
d)    Procure descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos temas básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda la Escritura: (1) La persona y la obra de Jesucristo; (2) La perspectiva del gran conflicto, incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.
e)    Reconozca que la Biblia es su propio intérprete, y que el significado de las palabras y los pasajes se determina mejor al comparar diligentemente Escritura con Escritura.
f)     Estudie el contexto del pasaje bajo consideración relacionándolo con las oraciones y los párrafos que le preceden y le siguen. Trate de relacionar las ideas del pasaje con la línea total de pensamiento del libro bíblico que está estudiando.
g)    Tanto como le sea posible, averigüe las circunstancias históricas en las cuales fue escrito el pasaje por el escritor bíblico bajo la dirección del Espíritu Santo.
h)   Determine el tipo literario que está usando el autor. Algún material bíblico consta de parábolas, proverbios, alegorías y profecías apocalípticas. Ya que muchos escritores bíblicos presentaron gran parte de su material como poesía, es provechoso usar una versión de la Biblia que presente este material estilo poético, porque los pasajes que emplean lenguaje figurado no deben ser interpretados de la misma manera que los que emplean prosa.
i)     Reconozca que un texto bíblico determinado no necesariamente se conforma en cada detalle a las categorías literarias actuales. Sea cauteloso para no imponer estas categorías al interpretar el significado del texto bíblico. Es una tendencia humana encontrar lo que uno está buscando aun cuando el autor [escritor] no haya querido decir eso.
j)     Tome nota de la gramática y del orden de la oración, para descubrir el significado que le dio el autor [escritor]. Estudie las palabras claves del pasaje comparando su uso en otras partes de la Biblia por medio de una concordancia y con la ayuda de léxicos y diccionarios bíblicos.
k)    En conexión con el estudio del texto bíblico, explore los factores históricos y culturales. La arqueología, la antropología y la historia pueden contribuir a entender el significado del texto.
l)     Los adventistas del séptimo día creemos que Dios inspiró a Elena de White. Por consiguiente, sus exposiciones sobre un pasaje bíblico determinado ofrecen una guía inspirada al significado de los textos sin agotar su significado o reemplazar la tarea de la exégesis (véase por ejemplo, El evangelismo, p.190; El conflicto de los siglos, pp.204, 205, 653; El otro poder, pp.33-36).
m)  Después de estudiar tal como se acaba de bosquejar, recurra a los diferentes comentarios y ayudas secundarias (tales como obras eruditas) para ver cómo otros han abordado el pasaje. Después, evalúe cuidadosamente los diferentes criterios expresados, desde el punto de vista de la Escritura como un todo.
n)   Al interpretar la profecía, tenga en cuenta que:
1)    La Biblia afirma el poder de Dios para predecir el futuro (Isa.46:10).
2)    La profecía tiene un propósito moral. No fue escrita simplemente para satisfacer la curiosidad acerca del futuro. Algunos de los propósitos de la profecía son fortalecer la fe (Juan 14:29) y promover una vida santa y la preparación para la segunda venida (Mat.24:44; Apoc.22:7,10,11).
3)    El centro de atención de muchas profecías está en Cristo (tanto en su primer advenimiento como en el segundo), la iglesia y el tiempo del fin.
4)    Las normas para interpretar la profecía se encuentran dentro de la misma Biblia: la Biblia menciona profecías de tiempo y sus cumplimientos históricos, el Nuevo Testamento cita específicamente cumplimientos de profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías, y el mismo Antiguo Testamento presenta a personas y eventos como tipos del Mesías.
5)    En la aplicación que el Nuevo Testamento hace de las profecías del Antiguo Testamento, algunos nombres literales llegan a ser espirituales: por ejemplo, Israel representa a la iglesia, Babilonia, a la religión apóstata, etc.
6)    Hay dos tipos generales de escritos proféticos: la profecía no apocalíptica (como se encuentra en Isaías y Jeremías) y la profecía apocalíptica (como se encuentra en Daniel y Apocalipsis). Estas clases diferentes tienen características diferentes.
·         La profecía no apocalíptica se dirige al pueblo de Dios; la profecía apocalíptica es más universal en su alcance.
·         La profecía no apocalíptica con frecuencia es de naturaleza condicional, declarando al pueblo de Dios las alternativas de las bendiciones si obedecen y las maldiciones si desobedecen; la profecía apocalíptica recalca la soberanía de Dios y su control sobre la historia.
·         La profecía no apocalíptica con frecuencia salta de la crisis local al día de Jehová del tiempo del fin; la profecía apocalíptica presenta el curso de la historia desde el tiempo del profeta hasta el fin del mundo.
·         Las profecías de tiempo en la profecía no apocalíptica generalmente son largas. Por ejemplo, los 400 años de la servidumbre de Israel (Gén.15:13) y los 70 años de la cautividad babilónica (Jer.25:12). Las profecías de tiempo en la profecía apocalíptica generalmente están expresadas en términos cortos. Por ejemplo, 10 días (Apoc.2:10) o 42 mese (Apoc.13:5). Los períodos de tiempo apocalípticos representan simbólicamente períodos mayores de tiempo real.
7)    La profecía apocalíptica es altamente simbólica y debe ser interpretada en conformidad con esto. Al interpretar símbolos, pueden usarse los métodos siguientes:
·         Busque interpretaciones (explícitas o implícitas) dentro del mismo pasaje (por ejemplo, Dan.8:20,21; Apoc.1:20).
·         Busque interpretaciones en otra parte en el libro o en otros escritos por el mismo autor [escritor].
·         Usando una concordancia, estudie el uso de los símbolos en otras partes de la Escritura.
·         Un estudio de los documentos del antiguo Cercano Oriente puede arrojar luz sobre el significado de los símbolos, aunque el uso Bíblico pueda alterar esos significados.
8)    La estructura literaria de un libro con frecuencia es una ayuda para interpretarlo. La naturaleza paralela de las profecías de Daniel es un ejemplo de esto.
o)    Los relatos paralelos en la Escritura a veces presentan diferencias en detalle y en énfasis (por ejemplo, cf. Mat.21:33-44, Mar.12:1-11 y Luc.29:9-18; o 2 Rey.18-20 con 2 Crón.32).
Cuando estudie pasajes semejantes, examínelos primero con cuidado para estar seguro de que los paralelos se refieren realmente al mismo evento histórico. Por ejemplo, muchas de las parábolas de Jesús pudieron haber sido presentadas en diferentes ocasiones a diferentes auditorios y con fraseología diferente.
En los casos donde parece haber diferencias en narraciones paralelas, uno debe reconocer que el mensaje total de la Biblia es la síntesis de todas sus partes. Cada libro o escritor comunica lo que el Espíritu le impulsó a escribir. Cada uno hace su propia contribución especial a la riqueza, la diversidad y la variedad de la Escritura (El conflicto de los siglos, pp.7,8). El lector debe permitir que cada escritor de la Biblia sea visto y oído, y al mismo tiempo reconocer la unidad básica de la revelación divina.
Cuando parezca que los pasajes paralelos indican discrepancia o contradicción, busque la armonía fundamental. Recuerde que las diferencias pueden ser debidas a errores sin importancia los copistas (Mensajes Selectos, t.1, p.18), o pueden ser el resultado de diferentes énfasis y elección de materiales de varios autores [escritores], quienes escribieron bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo para diferentes auditorios en circunstancias diferentes (Ibíd., pp.24,25; El conflicto de los siglos, p.8).
Podría resultar imposible reconciliar diferencias de menor importancia en detalles que no son necesariamente pertinentes al mensaje claro y principal del pasaje. En algunos casos puede ser necesario posponer el juicio, hasta que podamos disponer de más información y mejores evidencias para resolver la aparente discrepancia.
p)    Las Escrituras fueron escritas con el propósito práctico de revelar la voluntad de Dios a la familia humana. Por consiguiente, para que uno no interprete erróneamente algunas clases de declaraciones, es importante reconocer que fueron dirigidas a pueblos de las culturas del Oriente y están expresados en sus modelos de pensamiento.
Expresiones tales como "Pero Jehová endureció el corazón de Faraón" (Exo.9:12), "Un espíritu malo de parte de Jehová" (1 Sam.16:15), los salmos imprecatorios, y los "tres días y tres noches" de Jonás al compararlas con la muerte de Cristo (Mat.12:40), generalmente no son bien entendidos porque hoy se interpretan desde un punto de vista diferente.
Es indispensable un conocimiento del trasfondo de la cultura del Cercano Oriente para interpretar tales expresiones. Por ejemplo, la cultura hebrea atribuía la responsabilidad a una persona por actos que no cometió pero que permitió que sucedieran. Por lo tanto, los escritores inspirados de las Escrituras comúnmente le atribuyen a Dios el tener parte activa en lo que en nuestra forma de pensar occidental diríamos que él permite o no impide que suceda, como por ejemplo, el endurecimiento del corazón de Faraón.
Otro aspecto de la Escritura que molesta a la mente moderna es la orden divina de Dios a Israel de empeñarse en guerras y ejecutar a naciones enteras. Originalmente, Israel fue organizado como una teocracia, un gobierno civil por medio del cual gobernaba en forma directa. Tal estado teocrático fue único. Ya no existe más y no puede ser considerado como un modelo directo para la práctica cristiana.
Las Escrituras registran experiencias y declaraciones de personas a las que Dios aceptó pero que no estaban en armonía como los principios espirituales de la Biblia como un todo, como por ejemplo, incidentes relacionados con el uso del alcohol, la poligamia, el divorcio y la esclavitud. Aunque no es explícita la condenación de semejantes costumbres sociales profundamente arraigadas, Dios no necesariamente respaldó o aprobó todo lo que permitió y soportó en las vidas de los patriarcas y en Israel. Jesús hizo esto claro en su declaración con respecto al divorcio (Mat.19:4-6,8).
El espíritu de las Escrituras es el espíritu de restauración. Dios trabaja pacientemente para elevar a la humanidad caída desde las profundidades del pecado hasta el ideal divino. Por consiguiente, no debemos aceptar como modelos las acciones de hombres pecadores como se registran en la Biblia.
Las Escrituras representan el despliegue de la revelación de Dios al hombre. Por ejemplo, el Sermón del Monte de Jesús amplía y trata más extensamente ciertos conceptos del Antiguo Testamento. Cristo mismo es la revelación final del carácter de Dios a la humanidad.
Aunque desde Génesis hasta Apocalipsis en la Biblia hay una unidad de principio a fin, y mientras toda la Escritura es igualmente inspirada, Dios eligió revelarse a sí mismo a seres humanos y por medio de seres humanos, y encontrarlos donde estaban en términos de sus capacidades espirituales e intelectuales. Dios no cambia, pero despliega progresivamente su revelación a los hombres en la forma en que son capaces de comprenderla (Juan 16:12; Comentario bíblico adventista, t.7 pp.956, 957; t.7A, pp.386, 387; Mensajes Selectos, t.1, pp.23,24). Cada experiencia o declaración de la Escritura es un registro divinamente inspirado, pero no cada declaración o experiencia es necesariamente normativa para la conducta cristiana hoy en día. Debe entenderse tanto el espíritu como la letra de las Escrituras (1 Cor.10:6-13; El Deseado de todas las gentes, p.123; Joyas de los testimonios, t.1, pp.437-440).
q)    Como objetivo final, haga la aplicación del texto. Haga preguntas tales como: ¿Cuál es el mensaje y propósito que Dios intenta transmitir a través de la Escritura? ¿Qué significado tiene este texto para mí? ¿Cómo se aplica a mi situación y circunstancias hoy en día? Al hacerlo así, reconozca que aunque muchos pasajes bíblicos tienen un significado local, no obstante contiene principios eternos aplicables a cada edad y cultura.
 5. Conclusión
   En la introducción al libro El conflicto de los siglos, Elena de White escribió:
            "Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino con lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre. Se puede decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: "Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1:14, p.8).
 Así como es imposible para los que no aceptan la divinidad de Cristo entender el propósito de su encarnación, así también es imposible para los que ven la Biblia sencillamente como un libro humano, entender su mensaje, por cuidadosos y rigurosos que sean en sus métodos. 
  Aun los eruditos cristianos que aceptan la naturaleza divino-humana de la Escritura, pero cuyos planteamientos metodológicos los mueven a detenerse mayormente en sus aspectos humanos, corren el riesgo de vaciar el mensaje bíblico de su poder, al relegarlo a un segundo plano, mientras se concentran en el medio. Se olvidan que el medio y el mensaje son inseparables, y que el medio sin el mensaje es una cáscara vacía que no puede dirigirse a las necesidades espirituales vitales de la humanidad. 
  Un cristiano comprometido usará sólo aquellos métodos que puedan hacer plena justicia a la naturaleza dual e inseparable de la Escritura, aumenten su habilidad para entender y aplicar su mensaje, y fortalezcan su fe.

 Tomado de
 Ministerio Sello de Dios
Ministerio Adventista de Investigación Bíblica

bjoven-central.blogspot.com





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